La Academia Nacional de Medicina fue clara: los niños no deben ser sometidos a bloqueadores hormonales ni a tratamientos de transición de género.
Los riesgos son graves, las consecuencias pueden ser irreversibles y el mundo ya está retrocediendo en estas prácticas.
Finlandia, Suecia, Noruega, Inglaterra y otros países las frenaron por falta de evidencia y por el daño que generaron.
La ANM vuelve a poner sentido común: acompañamiento, salud mental y protección de la niñez, no intervenciones médicas que alteren el desarrollo natural del cuerpo.
Un mensaje sólido para ordenar un debate que en Argentina necesita rigor, no ideología.
